FUENTE: Tribuna de Periodistas (TDP).
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Fuente: TDP. |
Sin embargo, libertad económica no puede ser sinónimo de anarquía. Libertad y anarquía son cosas bien diferentes. No tienen absolutamente nada que ver una con la otra, de igual modo que libertad y autoritarismo también se oponen.
Todas las grandes revoluciones tecnológicas crearon situaciones de anarquía. Esto se debe a que la nueva tecnología origina nuevas conductas posibles, que antes no existían. Por lo tanto, ellas carecen de regulación, de reglas e incentivos adecuados. Algunas de esas conductas, por su naturaleza, puede que posean incentivos intrínsecos positivos. Pero no todas los poseen. Por eso, se requiere de una regulación eficaz, que no asfixie, pero que establezca reglas claras e incentivos positivos.
La anarquía saca lo peor del ser humano, porque la impunidad corrompe, la inseguridad anula y la incertidumbre empobrece. De la misma forma que los grandes industriales tendieron al abuso en el siglo XIX, hoy las grandes tecnológicas tienden al abuso en el siglo XXI. No es que sean intrínsecamente malvadas, sino que funcionan en un contexto de anarquía que saca lo peor de ellas e impone la ley del más fuerte. De igual forma en que las democracias liberales adoptaron, en su momento, leyes de defensa de la competencia y de protección de los consumidores, hoy se precisan regulaciones que nos permitan transitar desde la anarquía hacia la democracia, la libertad y el Estado de derecho en el espacio virtual.