El narcokirchnerismo como capítulo del narcopopulismo latinoamericano
FUENTE: Tribuna de Periodistas.
Replicado en: Soberanía (Venezuela), El Diario Exterior (España) y Crónica y Análisis.
Replicado en: Soberanía (Venezuela), El Diario Exterior (España) y Crónica y Análisis.
Guzmán detenido en México. Foto: EFE. |
El
kirchnerismo no es la causa única del crecimiento del narcotráfico en
Argentina. Hay todo un sistema de corrupción que viene de mucho antes y que
brinda amplios espacios de impunidad. Sin embargo, parece que debemos afrontar
la realidad de que las más altas esferas del narcotráfico mundial están
vinculadas, no sólo con nuestro país, sino directamente con nuestro gobierno.
Esto es lo que podría esclarecer la reciente detención por fuerzas mexicanas y
estadounidenses del “Chapo” Guzmán, el principal narcotraficante del planeta y
Jefe del peligroso Cártel de Sinaloa de México.
El
ex corresponsal del Washington Post, Douglas Farah, publicó en 2013 una investigación (en
sintonía con revelaciones del periodismo mexicano) donde explicaba que el cártel
de Sinaloa de México contribuyó a la campaña electoral de Cristina Kirchner en
2007 a través de la industria farmacéutica argentina. En un artículo de
Noviembre de 2013 para es.insightcrime.org,
Natalie Southwick expresó que “Argentina es ahora una fuente de precursores
químicos para los cárteles mexicanos.” De acuerdo con un reporte que la
Secretaría de la Defensa Nacional de México entregó en Octubre de 2010 a la
Legislatura, a partir de 2007 los cárteles mexicanos se trasladaron a la Argentina
para la producción de efedrina.
En
2008, cuando ocurrió el Triple Crimen, había quedado definitivamente sellada la
alianza política e ideológica del kirchnerismo con Hugo Chávez, quien en ese
mismo año expresó públicamente, contra viento y marea, que las FARC “no son
terroristas”. Posteriormente, con el asesinato de Raúl Reyes (hombre fuerte de
las FARC) por parte del ejército colombiano en territorio ecuatoriano (otro “paraíso”
populista), quedó definitivamente acreditada la fuerte sospecha de una firme asociación
financiera y política entre guerrilla, narcotráfico y populismo. Un huido ex magistrado venezolano, Eladio Aponte,
llegó a revelar que en Venezuela se había montado un “narcotráfico de Estado”,
dirigido por “narcogenerales” y tutelado por el propio Hugo Chávez (abc.es).
A
partir de 2007, el gobierno argentino no hizo más que todo lo necesario para
que el narcotráfico se consolidara y creciera vertiginosamente en el país. Durante
años se negó inexplicablemente a reglamentar la ley de precursores químicos
sancionada en 2005, lo que hubiera podido desalentar drásticamente la llegada
de los cárteles. Nunca quiso radarizar el espacio aéreo, incluso a pesar de la
presión ejercida en ese sentido por Estados Unidos. Tampoco hizo nada para
evitar el libre tránsito de narcos colombianos y mexicanos por el territorio
del país (advertido desde un principio por la embajada norteamericana), así
como para restringir sus inversiones en nuestras tierras y nuestra economía.
Por el contrario, sacó una serie de moratorias o “blanqueos de capitales”,
ordenándoles a los bancos no reportar sospechas de lavado.
Asimismo,
el gobierno argentino desmanteló la Secretaría de Programación para la
Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar),
transformándola en una mera agencia de asistencia para las adicciones y
pasándole sus funciones a la Secretaría de Seguridad, en manos del
ultrakirchnerista Sergio Berni. Un informe de Mayo de 2013 de la Auditoría
General de la Nación (uno de los escasos órganos de control estatales independientes)
advirtió sobre el libre tránsito de la droga por el país. Según un reporte de la Organización de Naciones Unidas (ONU) de
Junio de 2013, la Argentina ya era en aquel entonces el tercer exportador de
cocaína del mundo.
¿Acaso
en 2007, a través de la intermediación del chavismo, el gobierno argentino
selló un acuerdo, entre otros actores, con el cártel de Sinaloa, por el cual se
aceptó financiamiento político a cambio de impunidad y protección para sus
negocios e inversiones en la Argentina? ¿Se transformó deliberadamente a la
Argentina en proveedora de precursores químicos para los cárteles mexicanos y
colombianos? ¿Fue éste el puntapié inicial de un proceso de consolidación del
narcotráfico en Argentina y de infiltración de nuestras instituciones
políticas? Por lo pronto, es el gobierno quien tiene desde hace tiempo la
responsabilidad de clarificar estos interrogantes. Podría hacerlo sometiéndose
a investigaciones independientes, compareciendo ante el Congreso y habilitando
conferencias de prensa serias y libres sobre la cuestión, pero ha preferido el
silencio.
Llamativamente,
las fuentes ideológicas usadas por el populismo posmarxista se prestan para la
relativización y hasta la justificación del uso político del narcotráfico. El
determinismo posestructuralista de Michel Foucault permite considerar a los
criminales verdaderos héroes anti-sistema, víctimas de una estructura social
opresora invisible. El populista Ernesto Laclau considera a la criminalidad una
“condición de constitución de un sujeto revolucionario”, mientras que Hebe de
Bonafini ha reivindicado a viva voz a la narco-guerrilla de las FARC y Sergio
Berni ha llegado a citar públicamente a Pablo Escobar, fundador del cártel de
Medellín, para defender la legalización irrestricta.
Numerosos
analistas y periodistas han sugerido que el capo del cártel de Sinaloa, el “Chapo”
Guzmán, residió de 2010 a 2011 en nuestro país, más precisamente en la provincia
de Córdoba, pero habría tenido que fugarse con una identidad falsa cuando se enteró
de que la DEA (agencia estadounidense antidroga) le seguía los pasos. Según el
periodista e investigador Roberto Maturana, “hay registros de su esposa e hijastra
saliendo de Argentina en Marzo de [2010]”. Y continúa: “Coincide con la
aparición de Shoklender como asiduo visitante del Chaco a partir del 2007. Por
esta época también, Joaquín el Chapo Guzmán, decidió trasladar una parte
importante de sus negocios a la Argentina y más específicamente al feudo de
Capitanich”. Claudio Izaguirre, presidente de la Asociación Antidrogas de la
República Argentina, afirmó que el 11 de Marzo de 2011 Guzmán salió junto con
su familia desde Buenos Aires hacia México.
En
Febrero de 2011 (casualmente en tiempo coincidente con el supuesto rastreo en
nuestro país del capo narco mexicano por parte de la DEA) la Argentina provocó y
escaló deliberada e inexplicablemente un incidente diplomático con los Estados
Unidos. Un avión militar de dicho país había venido para entrenar a nuestras
tropas especiales federales (GEOF) y fue requisado mediáticamente por el
canciller Héctor Timerman, quien determinó que traía “material sensitivo” no
declarado. Finalmente, el material incautado fue devuelto a los Estados Unidos,
pero el episodio fue usado como pretexto para restringir notablemente la
cooperación con la DEA, lo que se supone habría sido del agrado del “Chapo” y
del narcotráfico en general.
La
alianza del populismo latinoamericano con el narcotráfico internacional denota
la naturaleza antidemocrática y cínica de dicho sistema de pensamiento y de
gobierno. En el populismo, el control de la población se da fundamentalmente a
través de los ámbitos cultural y económico, tercerizándose el ejercicio de la
represión y de la fuerza bruta en bandas armadas financiadas por el gobierno.
Todo esto lleva a una fuerte necesidad de dinero para mantenerse en el poder,
que se conjuga con la carencia de escrúpulos propia de todo gobernante
autoritario. El resultado, en Latinoamérica, es esta espantosa asociación entre
populismo y narcotráfico.
Es
lamentable que el autoritarismo antirrepublicano subsista en pleno siglo XXI
bajo nuevas formas. Pero es increíble que en nombre de una supuesta ideología
se pueda trabajar para convertir a un país en satélite del narcotráfico
internacional. No está de más traer a colación la afirmación históricamente
constatada de que, no es que el fin justifique los medios, sino que los medios
ilegítimos dañan el fin si es que éste alguna vez existió verdaderamente.
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