martes, 19 de noviembre de 2019

La cuarta ola del expansionismo cubano

Por qué Cuba está detrás de las protestas antidemocráticas en América Latina

 
Fuente: PanAm Post.
         Desde sus inicios, el régimen totalitario cubano ha buscado expandir su modelo político, ideológico y económico. Esto se debe a varios factores.
         Por un lado, la ideología que justifica y fundamenta dicho régimen, el marxismo, es internacionalista. Cree que el comunismo está llamado a expandirse por todo el Globo y extinguir el capitalismo.
         Por otro lado, la Cuba comunista nació en el contexto de la Guerra Fría, y para sobrevivir tuvo que estrechar lazos con la URSS. Esto le dio a su dirigencia un gran sentido de la relevancia de las influencias internacionales, y de la alianza entre sistemas afines, además de heredar un importante know how ruso de inteligencia e intervencionismo autoritario.
         Finalmente, se puede agregar el sentido de amenaza que ha incubado la dirigencia de la dictadura cubana. Se trata de un país muy cercano, prácticamente vecino, de Estados Unidos, la meca de la democracia liberal capitalista. Asimismo, al ser una excepción en la región, cada vez más plagada de democracias, se vio obligada a atacar para poder defender su statu quo totalitario.
         A lo largo del tiempo, el régimen castrista fue perfeccionando y adaptando su estrategia de “exportación de la revolución”. Ni bien asumió el poder, en 1959, la “primera ola” de intentos por extender la influencia cubana tuvo lisa y llanamente el formato de invasión militar. Ese año, Cuba envió pequeños ejércitos de invasión a Panamá, Nicaragua, República Dominicana y Haití. Pretendían iniciar una guerra insurreccional abierta que atrajera a ciudadanos locales, alimentando sus filas. Sin embargo, estas invasiones militares fueron un rotundo fracaso, y empezó a pensarse en otra estrategia.

jueves, 14 de noviembre de 2019

El golpismo en Bolivia se llama Evo

Por qué era ilegítimo el gobierno de Evo Morales

Fuente: El espectador / AFP.

         La izquierda latinoamericana ha instalado un uso del concepto de “golpe de Estado” que le es extremadamente favorable. Pero no se trata del uso correcto. Simplemente le sirve para legitimar su autoritarismo y para deslegitimar los movimientos de resistencia y rebelión civil contra las dictaduras.
         Lo primero que hay que señalar es que la izquierda latinoamericana está hegemonizada por sectores autoritarios o radicales. Desde luego, existe una izquierda democrática y moderna, pero la agenda de discusión, el uso de los conceptos y los alineamientos internacionales son sistemáticamente impuestos, hasta ahora, por el ala extremista. Esto se debe, probablemente, a que la producción científica y académica de la izquierda autoritaria es infinitamente mayor que la de la izquierda democrática. Los sistemas educativos y los medios de comunicación tienden a verse muy influidos por los postulados de la primera.
         En los sectores de derecha (liberalismo, conservadurismo, nacionalismo, etc.), los grupos democráticos son mucho más numerosos que los autoritarios. Los nacionalismos autoritarios y las dictaduras militares están, afortunadamente, muy desacreditados, y carecen de legitimidad social. Es lo que debería ocurrir con todo autoritarismo. También con el de izquierda.