domingo, 18 de julio de 2021

El falso paradigma de la no exigencia educativa

FUENTE: La Nación (carta de lector).

Fuente: La Nación.
    En Argentina hace tiempo que el paradigma pedagógico se inclina a favor de la no exigencia. Bajo la idea de la inclusión y del “cuidado”, se trata al alumno como una víctima y se favorece facilitarle las cosas para que permanezca en la escuela. Esta última debe ser un lugar agradable, placentero, sin presiones ni estrés. Un lugar fantasioso, mentiroso, que no prepara ni entrena para la vida real; que no saca lo mejor de cada alumno.
    Así, no se permite o se obstaculizan las sanciones disciplinarias, se presiona a escuelas para que alumnos pasen de curso aunque no hayan aprendido, se le quita autoridad a docentes y escuelas y, últimamente, con la excusa de la pandemia, en muchos distritos se ha inclusive prohibido la calificación. Se mal aplica la evaluación formativa, que es un complemento de la evaluación sumativa o de acreditación, como si fuera su sustituto.

    Hay quien pone como ejemplo Finlandia, el mejor sistema educativo del mundo, donde los alumnos supuestamente tienen poca tarea, van pocas horas a la escuela y casi no tienen exámenes. Ahora bien, hay que decir que ello no es tan así. Primero, Finlandia ya era el mejor sistema educativo del mundo cuando empezó a aplicar estas últimas medidas. Desde entonces, aunque sigue calificando alto, ha experimentado un descenso sostenido en las pruebas PISA.
    Además, estas medidas, de tipo experimental, fueron aplicadas con suma prudencia y gradualidad, fundamentalmente en el nivel primario y cuidando de no destruir el sistema de incentivos. Las familias y los alumnos saben que deben tener un buen desempeño en la primaria porque de ello dependerán sus posibilidades de acceder a las mejores escuelas secundarias, que tienen permitido tomar examen de ingreso. Cabe agregar que en Finlandia cada escuela, así sea pública o privada, recibe fondos del gobierno en función de la cantidad de alumnos que se inscriben. Si no atraen la suficiente cantidad de alumnos y sus recursos no alcanzan para solventar su estructura, cierran. Así de sencillo. Los directores pueden, asimismo, desvincular a cualquier docente por la sola razón de no estar conformes con su desempeño. ¿De verdad quieren los niveladores para abajo y destructores de incentivos que imitemos a Finlandia? ¿Están seguros?
    Antes de destruir el sistema de incentivos, empecemos primero por aplicarlo adecuadamente. Logremos los primeros puestos a nivel mundial, consolidando un sistema educativo eficiente, y luego experimentemos tranquilos, como Finlandia, si lo desean.

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