Replicado en: El Diario Exterior y Mendoza Transparente.
Una extensa
investigación periodística del diario La Nación sacó recientemente a la luz una
serie de prácticas discriminatorias y abusivas ejercidas sistemáticamente en
Cancillería, bajo el impulso del camporista Axel Kicillof y la complicidad de
Héctor Timerman. Esto involucraría reducción de salarios, acoso laboral,
maltrato e imposición de un clima de miedo, así como el traslado a países
lejanos y en puestos menores, o directamente a dependencias sin tareas
asignadas, de personas de trayectoria que no serían del entorno “nacional y
popular”. El resultado de dichas prácticas son las denuncias recurrentes, un
clima de paranoia generalizada y el aumento de la cantidad de empleados con
problemas económicos y psíquicos. Entre los administrativos que elevaron sus
denuncias en Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) hay dos embarazadas, una
de ellas con problemas psíquicos que han afectado el curso de su gestación,
según lo indicó en un certificado médico.
Recientemente, Jorge Lanata sacó a la luz que
en un feudo ultrakirchnerista como el de Formosa, los “militantes” del
gobernador Insfrán habían tapado los pozos que con mucho esfuerzo había
materializado la ONG CONIN a los efectos de poner el tan preciado bien del agua
al alcance de los pobladores de uno de los lugares más pobres y recónditos de
nuestra patria. El agua se había transformado allí en un elemento clientelar. Y
se trata de un gobierno que está tapado de denuncias y escándalos de corrupción,
que ha desarrollado sistemáticamente iniciativas de concentración del poder
para garantizar impunidad, que persigue a la prensa crítica y que ha convertido
a la Argentina en el tercer exportador mundial de cocaína negándose a radarizar
el espacio aéreo, destruyendo la capacidad de detección de los puertos,
asociándose con operadores o cómplices del narcotráfico como Aníbal Fernández y
transformado el SEDRONAR de órgano de lucha contra el narcotráfico en órgano
solamente de ayuda a los adictos.
¿Cuál es la
ideología que fundamenta un gobierno plagado, demasiado lleno en verdad, de lo
que comúnmente se conoce como “malas personas”, seres que sólo piensan en el
poder, en imponerse, en su ego y sus intereses particulares sin demostrar
sensibilidad alguna por el sufrimiento ajeno y por las injusticias? ¿Cuán ciego
se puede estar como para no ver en verdad lo que está ocurriendo con nuestro
país? ¿Cómo alguien puede creer que buenas instituciones van a emanar alguna
vez de malas personas? ¿Acaso puede ser posible el desarrollo sin instituciones políticas adecuadas?
El
autoritarismo, por mucho que se disfrace de ideología y por más intelectuales
que pueda tener a su favor (muchos de los cuales suelen ser orgánicos comprados
que aumentan artificialmente su visibilidad por acción del poder), no es más
que la expresión de la ambición desmedida y la falta de valores de una minoría
que se adueña del Estado para perpetuarse en el gobierno. Y el populismo es y
fue siempre una forma de autoritarismo de tendencias opuestas a la democracia y
la república, basada en la manipulación creciente de las instituciones, de la
opinión pública, de la población y consiguientemente de las elecciones. El
producto final vendría a ser lo que vemos en países como Venezuela o Nicaragua,
donde ya prácticamente no queda ningún vestigio de democracia, siquiera en
sentido formal.
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