FUENTE: Tribuna de Periodistas (TDP).
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Su reacción instintiva e inconsciente fue salir corriendo.
Se dio cuenta, luego, de que se había quedado con la llave en la mano. Volvió y
el auto estaba ahí porque no habían logrado arrancarlo. Si se hubieran
percatado de que ella tenía la llave consigo, seguramente le hubieran
disparado. De hecho, con un poco más de mala suerte le hubieran disparado por
el solo hecho de salir corriendo. Está viva de milagro. Yo podría estar hoy
llorándola con mi familia destrozada, como tantos argentinos que han sufrido la
peor tragedia.
Me entero también de que, desde hace tiempo, hay un reclamo
de los trabajadores exigiendo más presencia policial en el hospital. Cuentan
solamente con un guardia desarmado, que es prácticamente una declaración de
impunidad y una invitación funesta al delito. Desde luego, nadie piensa en ese
guardia, que puede ser blanco de ataques criminales por el solo hecho de usar
uniforme, ni en los trabajadores de la salud que se exponen a la violencia
todos los días.
Enciendo la televisión y veo en un canal nacional que en mi
provincia, Santa Fe, un juez liberó a un violador, a pesar de los dictámenes
psiquiátricos en contra, porque la penetración fue con preservativo. Realmente
no lo puedo creer. O, mejor dicho, sí lo puedo creer. Es el típico razonamiento
garantista. El propio Zaffaroni reconoció que al resolver un caso siempre daba
vueltas el asunto buscando la excusa que le permitiera evitar o minimizar la
pena, que es lo mismo que decir maximizar la impunidad. El juez, con fuertes
antecedentes garantistas, encontró esa excusa estúpida y sin ningún basamento
legal. Peor aún, sintió la impunidad necesaria para declararla públicamente.
Así estamos. Cambio de canal porque no puedo más de la
indignación. Prefiero cuidar mi salud antes que retroalimentarme con la bronca
de estar gobernado por verdaderos estúpidos (no todos, desde luego, pero
demasiados). Aparece un video del Jefe de Gabinete Santiago Cafiero que en pleno
recinto expresa “dirigentes y dirigentas”. Este tipo se preocupa por quedar “cool”
y pone energía de sobra en ornamentaciones discursivas que, dicho sea de paso,
lo exponen como un verdadero ignorante. Pues no se dice “las dirigentas” sino
“las dirigentes”. La palabra “dirigenta” no existe.
Hace poco condenaron al policía Chocobar a dos años y medio
de prisión y cinco de inhabilitación. Él vio que un delincuente le propugnaba múltiples
puñaladas a un ciudadano (que resultó ser un turista extranjero) y en vez de
hacerse el distraído o dejarlo escapar corrió hacia el lugar y se involucró. En
vez de hacer lo cómodo, hizo lo correcto. Persiguió al criminal, que estaba
armado y no obedecía a la voz de alto. Este podía en cualquier momento darle un
cuchillazo a cualquier transeúnte y matarlo. Podía perfectamente sacar un arma
y disparar, ya que estaba en actitud completamente hostil y desafiante hacia la
ley y la autoridad. Era claramente una persona peligrosa para la sociedad que
estaba huyendo ilegalmente. Chocobar disparó hacia abajo, con la intención de herirlo
y detenerlo, no de matarlo. Una bala le dio en el fémur y otra rebotó en el
piso y lo mató. Es decir, el policía hizo todo lo posible por detenerlo con los
medios que tenía a su disposición. El cobarde del tribunal lo condenó y ahora
Chocobar hace changas y estudia enfermería para salir adelante.
Me viene a la mente el rostro de Ginés González García
intentando explicar lo inexplicable. Que en realidad no hubo vacunación vip
porque el Director del Posadas había sugerido hacerlo en el Ministerio porque
el vacunado era una figura conocida… Ni él entendió lo que quiso decir.
Justamente el miedo del director del hospital a la indignación o el enojo de
los trabajadores se basaba en que, al ser el vacunado alguien conocido, se iban
a dar cuenta de que estaban haciendo algo incorrecto; de que se estaba salteando
la fila. Dios mío. Así estamos.
El gobierno cerró las escuelas un año entero sin pensar en
las consecuencias mientras abría los casinos. Establecieron la cuarentena más
larga e ineficiente del mundo, con un centralismo bobo por el cual no se podía
trabajar en todo el país cuando sólo había circulación viral comunitaria en el
AMBA. Perdieron por negligencia y/o corrupción millones de vacunas de Pfizer
que hubieran podido salvar vidas. Se encanutaron tres mil vacunas para repartir
entre amigos y militantes, mientras los ciudadanos de riesgo morían en los
hospitales.
Destruyeron la economía por segunda vez, que ya habían
destruido con Cristina en 2007-2015, cuando generaron (no heredaron, como
Macri, sino que generaron ellos solos) la inflación, un gasto público
insostenible y muy difícil de bajar, un déficit fiscal atroz, quema de reservas
y stock de capital, déficit energético, atraso cambiario, atraso tarifario,
endeudamiento (que es consecuencia del déficit crónico), entre otros problemas
de muy difícil solución, que no solo nos impiden crecer, sino que nos hunden
cada vez más.
Recientemente salió un estudio que indica que Argentina será
uno de los países que más tiempo tardará en recuperar los niveles de actividad
económica previos al coronavirus, y eso que ya estábamos mal.
Realmente, con el gobierno Fernández-Fernández, la Argentina
parece estar tocando fondo. Esperemos que sea así. Que tengamos un efecto
rebote cultural e institucional, y no solo económico. Porque el efecto rebote
económico es efímero y solo sirve para que se reagrupen y rearmen los ineptos saqueadores
del Estado.
De nosotros depende si tocamos fondo o si vamos a seguir
cayendo, pero difícilmente se pueda encontrar en la historia argentina un
momento de mayor mediocridad, bajeza moral, desintegración social,
estancamiento y dogmatismo estúpido.
Esperemos que los argentinos aprendamos que, más allá de los
partidos y las ideologías, más allá de ser de izquierda o de derecha, de querer
un Estado un poco más o un poco menos intervencionista, hay ciertas cuestiones
que son de sentido común, de justicia y de moralidad básica. Hay cosas contra
las cuales hay que ir sin medias tintas, y sobre las cuales ponernos de acuerdo
sin demasiada discusión.
Enumero las más básicas y urgentes: condenar el garantismo,
entendido como dogma favorable a la minimización de las penas y la maximización
de la impunidad (esto se arreglaría apoyando y promoviendo a los jueces no
garantistas); luchar contra la corrupción, para lo cual la clave es la
independencia judicial (o sea, hacer exactamente lo opuesto de lo que promueve actualmente
el kirchnerismo: no bajar la mayoría para elegir al jefe de fiscales y dar
marcha atrás con la reforma del Consejo de la Magistratura de 2006); evitar un gasto
público e impuestos insostenibles (el gasto público es muy fácil de subir pero
extremadamente difícil de bajar, y si se lleva a un nivel insostenible, como
hizo Cristina al pasarlo del 25% al 40% del PBI y que Macri no bajó, el efecto
natural en un país pobre como el nuestro es un estancamiento y decaimiento
económico a largo plazo).
Me animo a decir que si acordamos en estas tres cosas
básicas (ir decididamente contra el garantismo, la corrupción y el exceso de
gasto e impuestos; o a favor de la justicia, la honestidad y la libertad), nuestro
país daría un vuelco positivo y el debate público escalaría a un nivel muy
superior al actual, sin importar qué partido gobierne. Depende de nosotros los
ciudadanos, de castigar categóricamente con nuestro voto a todos los que
empujen de cualquier manera en contra de eso.
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