martes, 25 de octubre de 2016

La resistencia a ser evaluados

Versión publicada con Garret Edwards en: ON24 y Fundación Libertad

Estudiantes toman escuela para impedir
el desarrollo del programa de evaluación.
            El 18 y 19 de octubre tuvo lugar la Evaluación Nacional Aprender, plan del Ministerio de Educación de la Nación orientado a detectar el nivel educativo de escuelas públicas y privadas del país. 1.380.000 alumnos no tuvieron clase y debieron participar en la instancia evaluativa en forma obligatoria.
            Se trata de un cambio con respecto al Operativo Nacional de Evaluación (ONE), que comenzó siendo anual en 1993 y se fue espaciando y postergando hasta volverse, con el kirchnerismo, de carácter trienal. Según el Doctor en Educación Mariano Narodowski, las pruebas ONE tenían “muchos problemas en la confección del instrumento técnico y la elaboración de los datos” y “mostraban el desinterés que hubo por evaluar".


            El nuevo gobierno, a través del Ministro de Educación Esteban Bullrich, parece querer imprimirle una nueva impronta a su gestión educativa. Parte de este giro sería el darle mayor importancia a la evaluación de los resultados de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Pues es imposible pensar una solución sin conocer la realidad sobre la cual hay que actuar.
            Sin embargo, aunque hay que reconocer que el común de los docentes parecen aceptar de buen grado este tipo de mediciones, importantes actores del sistema educativo, como gremios, universidades o ciertos grupos de estudiantes (en algunos casos incluso tomando por la fuerza las instalaciones escolares para impedir el desarrollo de las evaluaciones), plantearon un rechazo rotundo, e incluso a veces una obstrucción deliberada.
            Surge entonces la pregunta: ¿Por qué hay personas que se resisten a ser evaluadas? Parte de la respuesta deberían darla, sin dudas, los psicólogos. Debe haber una cuestión de inseguridad sobre la competencia para el trabajo si no se acepta que se puedan analizar los resultados. Pero también hay una respuesta política e ideológica.
            Una cosa es no estar de acuerdo con la forma en que se evalúa desde un punto de vista técnico, pero ello no es motivo para resistirse a ser evaluado. Siempre habrá detractores del gobierno o gestión de turno. Si eso habilitara a obstruir o no cooperar con las acciones gubernamentales, nunca se podría llevar a cabo ningún plan o acción estatal.
            En el fondo, quienes usan la excusa de que la evaluación sería técnicamente inadecuada, tienen un motivo político-ideológico. Y hay que decirlo con todas las letras: en la Argentina se ha difundido mucho en el ámbito académico, inclusive el pedagógico, una idea de que las instituciones son opresoras. Esto viene de Foucault, una verdadera estrella intelectual sumamente venerada en las aulas de nuestro país. Si las instituciones, como la policía, la Justicia o las escuelas, son intrínsecamente opresoras, la solución pasa a ser des-institucionalizar; es decir, quitarles fuerza o autoridad a las instituciones.
            Esto lleva a la victimización del victimario, a la ausencia de respeto por la autoridad, a la falta de disciplina, a la reducción del nivel de exigencia y control y al deterioro paulatino y progresivo de la eficacia de nuestras instituciones. Lo vemos en el sistema educativo, pero también por fuera de él y en los ámbitos más variados de nuestra sociedad. Claro que, en el medio de esto, se cuelan muchos intereses espurios y corporativos que, en definitiva, se resisten a perder cómodas posiciones de privilegio para las que ni siquiera parecen estar capacitados.
            La democracia no es ausencia o deterioro de la autoridad o del orden. La democracia implica libertad, que exige a su vez reglas claras y efectivas, así como un ambiente de confianza y transparencia. Autoridad no es autoritarismo. Evaluar no es violar la autonomía o la libertad. Si hay docentes o instituciones del sistema educativo que no son capaces de transparentar lo que hacen en su trabajo, por el motivo que sea, deberían pensar seriamente dónde quedó su vocación, y si realmente de esa forma creen estar sirviendo a la comunidad.

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