Causas y posibles efectos de la crisis política chilena
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Fuente: lavoz.com.ar. |
La crisis en
Chile es política (no económica, como la izquierda latinoamericana pretende imponer).
Los levantamientos, cuya furia y nivel de violencia estuvieron claramente
fomentados y organizados desde el binomio Cuba-Venezuela, no se dan en un marco
de recesión ni desbarajuste macroeconómico. Lo que motivó a los manifestantes
espontáneos (no a la minoría violenta altamente organizada y profesionalizada)
es el hartazgo con la clase dirigente.
Esta índole
política y no económica del estallido explica lo sorpresivo de éste. Nadie se
imaginaba tremenda crisis en la democracia más próspera y estable de América
Latina. Desde luego, la violencia de los sectores organizados de extrema izquierda
jugó un papel fundamental. Inflamó los ánimos, entusiasmó a muchos, provocó a
las fuerzas represivas y llevó el esfuerzo coercitivo estatal a un punto límite
cercano al colapso (lo que detonó el toque de queda y el uso del ejército). De
no ser por esta violencia organizada y de fuerte talante profesional, las
marchas no hubieran tenido la repercusión mediática que alcanzaron. Aún así, la
“marcha del millón” dejó en claro que el descontento es muy fuerte en un
importante sector de la población (sin que necesariamente sea mayoritario,
puesto que poco tiempo atrás la mayoría había votado por Piñera).
Esto obliga a
la dirigencia chilena a replantearse la estrategia de comunicación y
legitimación del propio Estado. Un Estado no puede funcionar eficazmente si un
alto porcentaje de la población, incluso en minoría, lo percibe como ilegítimo,
corrupto o injusto.