La irrisoria auto-victimización de la desolada prensa
kirchnerista
Víctor Hugo y compañía en acto tardío y desacertado contra la "censura". |
El FPV alega que su prensa estaría siendo "censurada". Sigue insistiendo en victimizarse. Lo hacía ya Cristina Fernández cuando
controlaba prácticamente todos los resortes del poder y los usaba para perseguir
y silenciar al periodismo independiente. Es lógico que dicha estrategia
patológica persista cuando sus ejecutores han pasado a ser oposición.
Desde el
punto de vista del pluralismo, lo correcto es que en una sociedad haya
diversidad de opinión. Pero no una diversidad inflada artificialmente desde el
Estado, con recursos públicos, para favorecer a los que opinan de una manera o
adhieren a determinada ideología. Este tipo de diversidad esconde una
discriminación (el uso arbitrario y partidista de los fondos públicos) y por
eso no es sustentable y es autoritaria. Se trata en verdad de una diversidad artificial
y pasajera, que es parte de un proceso de distorsión que, prolongado en el
tiempo, acaba en censura completa.
Por eso en
Venezuela hoy en día los opositores no tienen prácticamente ninguna presencia
en los medios. También es a causa de ello que en Santa Cruz, luego de que
Néstor Kirchner fuera gobernador durante 12 años, en 2003 ya no quedaban voces
disidentes en pie y los medios pertenecían a testaferros del gobierno o al
Estado.
El FPV
discriminó sistemáticamente a los medios independientes o críticos desde el
mismo instante en que asumió la conducción del Estado nacional. Lo hizo
primeramente a través de una distribución arbitraria y extorsiva de la pauta
oficial, incluso desoyendo a la Corte. Esto permitió que una ideología
autoritaria como el neomarxismo populista, que era enarbolada por el
kirchnerismo como excusa para concentrar abusivamente el poder, tuviera una
sobre-representación en el sistema de medios.
Algunos
dirán, ¿cómo va a tener una sobre-representación la ideología del partido que
había ganado las elecciones? Pues si no fuera así esa ideología no necesitaría
fondos públicos ilegítimos y hostigamiento hacia el periodismo independiente
para poder tener el espacio correspondiente en la prensa. Además, el gobierno
nacional nunca escatimó el uso arbitrario y partidista del aparato público para
inflar el resultado de las elecciones a su favor y está sobradamente comprobado
que la mayoría de la población no suele votar con criterios ideológicos. A esto
hay que agregarle que Néstor Kirchner accedió al gobierno por primera vez, y al
manejo discrecional del Estado, con el 22% de los votos, apoyado por Duhalde y
su aparato clientelar y con un discurso moderado y republicano que, a partir de
2005, cuando pudo plebiscitarse y adquirir poder político propio, contradijo
sistemáticamente con su accionar gubernamental.
Si a la
enorme mayoría del pueblo los periodistas y programas oficialistas no le
resultaban atractivos o creíbles y los mismos sólo podían sostenerse con
favores y tratamiento privilegiado de parte del Estado, entonces no había pleno
pluralismo ni completa libertad de expresión. Y este proceso de distorsión del
sistema de medios, por su propia tendencia y fundamentos autoritarios, en caso
de prolongarse hubiera generado en la Argentina lo mismo que esa misma
ideología y metodología produjo en su momento en Venezuela y en Santa Cruz: la
ausencia total de prensa independiente. Recordemos que de no ser por la
cautelar avalada por la Corte, que detuvo la adecuación de oficio, el Grupo
Clarín ya hubiera sido desguazado.
Lo que
ocurre ahora en Argentina es que el proceso autoritario de distorsión del
sistema de medios por parte del FPV está empezando a revertirse debido al
resultado de la última elección presidencial. Es decir, la privilegiada prensa
kirchnerista está empezando a perder sus privilegios, y a tener que ganarse sus
espacios a fuerza de trabajo, esfuerzo y credibilidad, como debió haber sido
siempre. Su alineamiento incondicional durante años no la ayuda. La
credibilidad se construye de a poco, día a día, pero se pierde de un día para
el otro. En muchos casos van a tener que arrancar desde abajo.
Es natural
que, en este marco, la prensa kirchnerista pierda espacios como está ocurriendo.
Los empresarios sin escrúpulos que en su momento le dieron posiciones exageradas
en función de su rating porque esperaban recibir a cambio cuantiosas y
desproporcionadas sumas de dinero de parte del gobierno nacional, están
haciendo lo que siempre hicieron: maximizar sus beneficios económicos sin
ninguna consideración hacia el contenido de su medio. Son las reglas de juego
que la propia prensa kirchnerista promovió al usar y abusar de ese tipo de
empresarios y cargar contra los empresarios independientes y profesionales,
fueran grandes o chicos.
En
definitiva, en una sociedad democrática no debe haber privilegios para nadie.
Si alguien recibe algún beneficio debe ser sólo en virtud de la aplicación regular
de una regla general no discriminatoria. Esta es un principio básico de toda
república, según lo entendieron destacados de la ciencia política como
Aristóteles, Locke, Montesquieu o Rousseau, entre otros. El FPV nunca cumplió
con ese estándar elemental. La prensa kirchnerista aceptó voluntariamente
privilegios discriminatorios cuya pérdida genera ahora la protesta irrisoria y
la auto-victimización ilegítima que vemos.
Sólo así se
entiende lo que ocurre actualmente con Víctor Hugo Morales. Dicho periodista
fue despedido de un medio privado como Radio Continental, el cual le ofreció,
según reconoció él mismo, una indemnización de siete millones de pesos. De
inmediato, Luis D’Elía le ofreció incorporarse a AM740 “Radio Rebelde”. El
dueño de Radio Continental y de canal 9 es el testaferro de un empresario
mexicano, apodado “el fantasma”, a quien el gobierno kirchnerista le perdonó el
incumplimiento de la ley de medios a cambio de su alineamiento con el discurso
oficial. Víctor Hugo Morales ha estado cobrando en los últimos años cifras
siderales (según denunció Jorge Lanata, U$S 1,2 millones únicamente por el
programa “De Zurda” de la televisión pública) sólo por su obsecuencia. El muy
caradura, que jamás movió un dedo por la censura explícita ejercida contra sus
colegas por el kirchnerismo, ahora osa denunciar “censura” en su contra porque
está perdiendo las mieles de un poder ilegítimo que se diluye.
¿Mauricio
Macri censura porque quita privilegios discriminatorios arbitrariamente
otorgados por el FPV como parte de un proceso de distorsión del sistema de
medios que apuntaba en última instancia a la censura completa? ¿Radio
Continental censura porque, al dejar su dueño de percibir pauta
desproporcionada y privilegios varios, se ve obligado a adoptar criterios
estrictos y realistas de gestión empresarial al efecto de mantener la
rentabilidad y viabilidad de su medio?
Si el nuevo
gobierno adoptara una política de censura sería tan condenable como cualquier
otro que lo haya hecho. Pero que los periodistas kirchneristas aleguen censura
porque el sistema de medios se está normalizando tras perder ellos los
privilegios que aceptaron sin tener derecho mientras a sus colegas
independientes los perseguían y censuraban en serio es, cuanto menos, una
tomada de pelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario