Original en La Nación Online
El Mundo entero atraviesa un cambio radical. El Mundo recién ha comenzado a recorrer un inimaginable proceso evolutivo. Y como en todo proceso evolutivo, aparecen hechos y acontecimientos inesperados e imprevisibles. Hechos que no responden a los parámetros acordes a la situación estable anterior ni a la situación estable del futuro, sino que responden a nuevas fuerzas de cambio que tienden a transformar el anticuado orden vigente en el adecuado orden del futuro. Y como estas fuerzas son completamente nuevas e independientes en cuanto a las tradicionales fuerzas características de la situación estable predeterminada anterior, provocan una impulsiva (y no racional) resistencia por parte de aquellos que no comprenden las dimensiones del cambio. O de aquellos que la mejoría les quita poder. Las dimensiones del cambio son enormes. El cambio que la Humanidad está sufriendo es de inigualable alcance.
La Humanidad, a lo largo de su historia, ha sufrido sólo dos cambios radicalmente semejantes: La Primera Ola de cambio, hace 10.000 años, cuando el ser humano comienza a cultivar la tierra, dándole de esta forma comienzo a la Era Agrícola. Y la Segunda Ola de cambio, hace alrededor de 350 años, que da comienzo a la Era Industrial. Esta clase de cambios influyen sobre todos los aspectos de las sociedades.
La Civilización Industrial es completamente diferente de la Civilización Agrícola, y la Civilización de la Información que está surgiendo es completamente diferente de la "en extinción" Civilización Industrial. Uno de los aspectos que se encuentran en transformación con la expansión de la Civilización de la Información es el aspecto político. La distribución de poder. Se puede afirmar que los Estado-Nación son la institución adecuada para la distribución de poder en una Civilización Industrial. Y el establecimiento y consolidación de los Estados-Nación ha traído consigo toda una serie de parámetros en cuanto a la relación entre los mismos que son apropiados para una Civilización Industrial, en la cual la violencia era exclusiva de los Estados-Nación.
Se han creado normas Internacionales aún vigentes que no son apropiadas ni para la actual distribución de poder ni para la relación entre los nuevos distintos focos de poderío que están surgiendo. Ya que, por ejemplo, hoy en día la capacidad de violencia no es más exclusiva de cada Estado Nación sino que puede provenir de cualquier organización privada. Antes, asegurarse de que cada Estado se limite a influir dentro de sus fronteras era una garantía de paz. Hoy ya no.
El Tratado de Westfalia y la "no injerencia en asuntos internos" eran parámetros de comportamiento adecuados para los Estado-Nación de la Era Industrial. Pero hoy en día estamos en los comienzos de una nueva era. La Era de la Información... Estamos viviendo el proceso de cambio de una Civilización Industrial a una Civilización de la Información totalmente distinta. Por eso es que muchas instituciones y parámetros de comportamiento exitosamente establecidos durante la Era Industrial hoy en día están en crisis.
El poder antes concentrado y centralizado en cada Estado-Nación comienza a desconcentrarse y descentralizarse hacia arriba y hacia abajo. Surgen nuevos bloques supranacionales y aumenta la autonomía de regiones subnacionales. El Mundo tiende a ser una Unión Descentralizada. Tiende a ser, en definitiva, una "unidad". No más un ensamblaje de aislados e independientes Estados-Nación. Siendo ahora el Mundo una "unidad" en la que cada región depende de las otras, en la que un acontecimiento interno de una región determinada puede influir en gran medida en el resto de la unidad y en la que todas las regiones deben trabajar para el progreso de todas las regiones en su conjunto, ya no son adecuadas las normas y parámetros de comportamiento establecidos en momentos del auge del Estado-Nación como agente de poder y en momentos en los que los asuntos internos de un determinado Estado-Nación no influían en los demás Estados. Ya no nos encontramos en esos momentos. Debe surgir un nuevo orden global.
Deben surgir nuevas normas y parámetros de comportamiento que reemplacen a los antiguos inadecuados, y que no sólo influyan y tengan en cuenta todos los niveles de poder (Región Autónoma, Estado-Nación, Bloque Supranacional, Mundo) sino que además tengan una visión global de los acontecimientos. Que sepan de antemano qué movimientos de una región determinada dentro de un Estado-Nación determinado pueden influir en gran medida en otra región de otro Estado-Nación por más de que se encuentre éste a una larga distancia.
La " no injerencia en asuntos internos" ya no es aceptable como principio absoluto en un nuevo Mundo en el cual la proliferación nuclear en manos de organizaciones no estatales o la proliferación de organizaciones terroristas dentro de las fronteras de un Estado pueden ser una gran amenaza para todos los demás Estados. En un mundo donde los derechos humanos se reconocen universales y donde los sentimientos no reconocen fronteras.
El 11-S le enseñó al Mundo que las amenazas ya no eran sinónimo de acciones por parte de Estados-Nación. Sino que podían provenir desde grupos privados encontrados dentro de las fronteras de un Estado, pero cuyas acciones no representen las intenciones del respectivo país. El nuevo Orden Global, al cual tarde o temprano se irán integrando todas las regiones del Planeta, deberá crear un marco legal democrático, descentralizado y realista que posibilite la libre circulación de fuerzas y agentes multinacionales por las distintas regiones del Globo. Y estas fuerzas y agentes multinacionales tendrán como objetivo evitar desastres humanitarios o ecológicos, así como limitar o eliminar todo poderío que grupos terroristas o mafiosos (en definitiva grupos "violentos") puedan ir adquiriendo en cualquier parte del Planeta. Ningún Estado-Nación deberá tener la capacidad de poner obstáculos a esta clase de operaciones, poniendo en peligro de esta forma la estabilidad y seguridad Mundial.
Hubo reyes absolutistas representantes de los intereses de la Civilización Agrícola que en 1648 se opusieron a la idea de permanecer dentro de sus fronteras impulsada por los intereses de la novedosa y naciente Civilización Industrial. Esto iba en contra de sus intereses de expansión y control por medio de la violencia. Pero como estos se oponían a la inevitable evolución del sistema, fueron tarde o temprano derrotados. Y el mejor orden terminó triunfando.
Lo mismo ocurre ahora. Aquellos Estados que no se integren al nuevo Orden representarán los intereses del pasado. Por lo que serán inevitablemente, más tarde o más temprano, alcanzados por el futuro.
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